31 marzo, 2007

The Four Horsemen come back

28 de Junio - Lisboa
29 de Junio - Bilbao

Si funciona mi plan, ya puedo morir feliz. Aunque esta vez no consiga pase VIP...

Do u want heavy? 'Tallica gives you heavy, baby!!!

29 marzo, 2007

Angels

Os tengo que anunciar que me he enamorado... Es una holandesa morena, terriblemente guapa e increiblemente simpática. Y tiene una voz que ni los putos ángeles. Si queréis ver una foto, mirad dos posts más abajo...
¡Vaya conciertazo!
Una buena rockera de telonera, nada menos que la hija del puto jefe del bajo, Mr. Steve Harris. La chica, de nombre Lauren, apunta maneras. En todos los sentidos.
Y los Temptation, uffff... dos veces les he visto y su sonido sigue sin fallar, suena contundente y compacto. Todo el grupo estuvo a la altura, y Sharon, más. Su vestido, sus movimientos, su conexión con el público y, sobre todo, su voz. Lo malo es no haber conseguido su teléfono...
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I see the angels, I'll lead them to your door. There's no escape now, no mercy no more. No remorse cause I still remember... - Within Temptation

20 marzo, 2007

Pardiez

Ójala el bueno de Don Francisco no se entere que, en estos últimos tiempos, he tirado más de hierros que de pluma. Que me he batido por damas, castillos o galeras, más que manchado de tinta mi pluma de águila. Pero a veces son tiempos de lances, y que no se diga que no me bato con valor en las situaciones más adversas. Y así, enjuagué las penas en cada taberna, de Nápoles, Arriaca o Córdoba, con buen vino castellano, y me calé el sombrero cada noche, tambaleándome entre las sombras, apoyándome en las esquinas, pero sin que nadie se atraviera a tutearme, o siquiera a vosearme, sin encontrarse con un palmo de acero en las costillas. Pero no es buen soldado quien no tiene buenos camaradas. Que uno no gana batallas sin un Copons a su lado. Sin un camarada que diga más en los silencios que en las palabras. Así, quizás todos nosotros, abordemos galeras hasta la eternidad gritando el nombre de Angélica de Alquézar, o de la dama que haya tenido la suerte, o la desgracia, de amarnos. Yo, al que llaman el Turco, en el siglo vigésimo primero, en el pueblo al que los romanos llamaban Arriaca y el moro rebautizó como río de piedras, alzo mi copa para todos aquellos que un día se batieron a mi lado. Y, pardiez, que no sé si son muchos, pero valen por mil.