23 julio, 2008

Who wants to live forever?

Ayer a estas horas Lucas terminaba de arreglar una de las baterías de los temas que habíamos grabado durante el día, mientras yo descansaba de tantos sonidos con un ron dominicano entre mis labios. Como bien ha dicho él, dos guitarras, un bajo, una mesa de mezclas y nuestras gargantas unidas para hacer las noches mágicas.


Ya me veo, con mi sombrero bien calado, en una silla de esas altas, de madera, de las del Club de la Comedia, sintiendo las melodías que dos hermanos tocamos en un bar, en algún oscuro callejón de Madrid, mientras soñamos, como siempre dijo Loquillo, con ser una Rock & Roll star.

... y para finalizar un largo fin de semana de música y carretera, me esperaban en casa ansiosos de unas cervezas y con muchas historias de todos por contar. Y a estas horas hemos terminado, yo con la suerte de que soy el único que mañana no trabaja.

Los últimos posts llevan nombres de genios, y este lleva el del más grande. Who wants to live forever?

15 julio, 2008

No woman, no cry

Me encantan los músicos del metro. No los que entran en los vagones, entre los que hay de todo, desde okupas con su flauta más que desafinada, peruanos con sus flautas, que no por ser clásicos deben ser despreciados, o incluso unos rumanos que se marcan unos temas jazzeros que lo flipas...  Sino los que hay en las esquinas de los pasillos. Ir a trabajar y que no esté esa guitarra flamenca, esa flauta travesera, ese saxo o esos teclados me deprime. Me deprime tanto como me anima escuchar las melodías de esa gente casi anónima. Cuando subo las últimas escaleras mecánica de la parada de Sainz de Baranda lo hago con más alegría que cuando salí del vagón, y con una melodía en la cabeza que no pierdo hasta entrar en la oficina.

Y, como en todo, también tengo mis favoritos. Vayan ustedes a la línea 6 en Avenida de América, según vienen del intercambiador, y les aseguro que una voz pegada a un teclado les alegrará el día. Algún día me gustaría preguntarle al menos cómo se llama. De momento me conformo con echarle unos euros cuando paso para ver abrirse más aún esa sonrisa casi permanente, mientras salen de su garganta las palabras que un genio dijo hace no demasiado tiempo: No Woman No Cry...