19 abril, 2006

Una sombra bajo la lluvia - XIII

La voz de James LaBrie rugía en el radiocassette del todoterreno que conducía. Hacía ya tiempo que había salido de la nacional para incorporarse a carreteras secundarias. Llovía mucho, por lo que conducía despacio, mientras los limpiaparabrisas se esforzaban por apartar la lluvia. Bajó la mano a la palanca de la caja de cambios para meter cuarta, y de nuevo sintió el dolor que le acompñaba desde hacía dos semanas. Le dolían todavía ambos brazos, y todavía le faltaban energías. Pero estaba vivo, al menos por el momento. Y no había oído más voces de seres raros, ni nada fuera de lo normal. Y eso le tranquilizaba. En realidad, tenía buenos motivos para no pensar en Innombrables. Bueno, tenía un único motivo, de nombre Sara. Le había extrañado que se hubiese ido sin verle despertar, pero después de todo lo que había pasado era normal que necesitase olvidarse de todo. La última vez que la había visto había sido con la cara llena de sangre ajena, despúes de atravesar el cuerpo de un hombre. Bueno, si es que a aquel pelirrojo se le podía considerar hombre. El recuerdo no parecía del todo romántico, pensaba para sus adentros. En cualquier caso, se sentía un tipo con suerte. Y recordaba las cervezas que se había estado tomando la noche que descubrió el cuerpo en la puerta de su casa. Le apetecían unas cervezas. Seguro que una Grimbergen Triple, una de esas de las fuertes, le daba de nuevo vitalidad. A lo mejor podría ir a ver a los Red Hot después de todo, el destino no iba a impedirle ver a Flea en acción. Y también tendría que volver a los estudios, pero para eso esperaría un tiempo, se merecía unas vacaciones. Cuando se acercase Junio ya pensaría en como sacar los examenes adelante.
El primer cartel con el nombre del pueblo apareció en la carretera. Quedaban ya pocos kilómetros para llegar al lugar donde Sara le había citado. Dos semanas después de que despiertes, habia dicho en su nota, a las 9 de la noche. Miró el reloj. Ya eran las 10.30. Bueno, él tampoco tenía la culpa de la lluvia. Pero no le gustaba llegar tarde a las citas... si es que aquello era una cita.
Minutos después, el pueblo aparecía tenebroso entre la niebla. Era pequeño, así que no le sería difícil encontrar la casa. La última del pueblo debía de ser. La encontró. Una gran casa de piedra, con dos balcones bajo los que crecía una parra. La lluvia dejaba intuir una figura apoyada en la puerta. Aparcó cerca y bajo del coche. Sus botas se llenaron del barro del camino, mientras se acercaba. Y allí estaba ella. Con el pelo suelto y moreno, cayéndole sobre los hombros, unos vaqueros y una camiseta algo ajustada. Y los ojos fijos en él. "Espero no estar enamorándome, no sería propio de mí..."
- Llegas tarde. No está bien hacer esperar a una chica
- Hola, ya has visto la que cae...
- ¿Como estás?
- Bien, ya veo que tu también...
Sara se puso roja por un momento. Se acercó a él y, cuando iba a seguir hablando, le besó. Fue un beso lento, delicado, espontáneo.
- Creo que ya habrá tiempo para hablar
- Sí, se nos está haciendo tarde
Y besándole le arrastró a dentro. Subieron por una gran escalera que daba al segundo piso y allí, lentamente, le empezó a quitar la camiseta. "Después de esto, creo que no me va a importar morir desangrado.."
Horas más tarde el amanecer les soprendía desnudos y abrazados, mientras el sol proyectaba una sombra en la ventana. La sombra de un pájaro que buscaba cobijo en el alféizar, una sombra bajo la lluvia.
FIN

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un tipo con suerte nuestro amigo Marco.
Si señor.

Anónimo dijo...

ahí, ahí, una camiseta un poco ajustada... si es que en el fondo eres un fetichista! :D

pd: lo de la Grimbergen triple me ha llegado... para cuándo unas?