30 agosto, 2006

El laberinto de las entrañas de la Tierra - VII

La taza de gazpacho apenas duró dos minutos en sus manos. Isabel apreciaba mucho la cocina de su madre, y no sólo la cocina mexicana, que era la que más acostumbrada estaba a hacer, si no también muchos otros platos. El tono ligeramente picante del gazpacho de su madre le encantaba, y le refrescaba después de un día duro en el supermercado. Había vuelto apenas hace unos días de las vacaciones y ya necesitaba otras. Su madre no estaba en casa. Había quedado con una compañera del trabajo para dar un paseo. Se acabó la taza y fue a la pequeña nevera de la casa a por unas onzas de chocolate. "Dicen que es un buen sustitutivo del sexo...". Recordaba a a aquel chico con el que hiciera el amor hacía unos días. Recordaba su cuerpo sobre el suyo, su movimiento, fuerte, intenso, sus manos rodeándola. Fue breve, pero placentero. A pesar de sus 18 años, Isabel podía enseñar varias cosas a más de un estudiante universitario. "A veces, es una forma de no sentirse tan sola..." explicaba a Patricia, su mejor amiga, que a sus 19 años mostraba una castidad que las traía siempre discutiendo.
Dejó de pensar en ello y fue a darse una ducha. El agua estaba fría, y maldijo al viejo calentador de butano que debía calentarla. Sin ganas de ponerse a arreglarlo se metió bajo el agua y, resoplando, dejó mojar rápidamente su cabello moreno, sus hombros fuertes y finalmente sus piernas. Isabel no era especialmente guapa, ni tenía cuerpo de modelo, pero poseía una extraña belleza en sus rasgos, y las curvas de su cuerpo eran capaz de seducir cuando el momento lo requería. Ella no estaba contenta con su vida. Ni con su piso, ni en su trabajo, ni con la ciudad en la que la había tocado vivir. Pero había dos momentos en los que se sentía feliz: con su vieja guitarra en sus manos, y cuando se miraba al espejo y veía su sonrisa al otro lado.
Se envolvió en una toalla y se tumbó en la cama. Entonces sonó el teléfono. "¿Quién será a estas horas?. Ya había anochecido, y no solía recibir muchas llamadas.
- ¿Sí?
- Eh... Hola, ¿esta Isa? - Era una voz de un hombre joven, que le resultaba familiar.
- Sí, soy yo...
- ¿No me conoces? Soy Iván.
- Anda, buenas, que sorpresa...
Iván era el encargado de mantenimiento del supermercado. Tenía unos veintitantos. A veces, en los pequeños descansos que tenían en el trabajo, él le regalaba un bollo de chocolate. Isabel estaba tenía la sospecha de que le gustaba, pero que nunca se había atrevido a decírselo.
- ¿Te acuerdas lo que me dijiste esta mañana? Sobre un tal Olaf...
- ¡Ah! Sí
- Pues he encontrado algo en Internet. En una aventura de un juego de rol...
- Debería de haberlo imaginado... Tú siempre con esas cosas. Pero gracias, mil gracias. ¿Me lo traeras mañana?
- Eh... Bueno... Yo... había pensado que quizás... podías pasarte... y lo veíamos en mi ordenador directamente.
- ¿Ahora? Ummmm... Bueno, tampoco es mala idea, estaré en 20 minutos.
- Perfecto. Aquí te espero.
Cuarenta minutos después Isa llamaba a la puerta de la casa de Iván, un tercer piso de un bloque de pisos de aspecto antiguo. La puerta no tardó ni 5 segundos en abrirse. Iván, con unos pantalones cortos de baloncesto y una camiseta de tirantes que marcaba sus músculos apareció con una sonrisa un poco forzada. A Isabel siempre le había parecido un poco atolontrado, pero le caía bien.
- Siento llegar tarde...
- No hay problema. ¿Quieres tomar algo? No tengo tequila, pero...
- ¿No están tus viejos?
- Que va, están en el pueblo.
- Entonces sírveme algo fuerte.
- ¡Marchando un buen Ron Liberación!. Pasa a mi habitación y siéntate.
La habitación era un desorden absoluto, con ropa por todas partes, la cama sin hacer, y posters colgando de todos los lados. Grant Hill, Buffy Cazavampiros o Rinoa Heartilly se mezclaban con modelos semidesnudas y fotos variadas.
Al momento llego Iván con dos vasos de ron, uno solo y otro con limón.
- Siento el desorden... Tú prefieres el ron solo, ¿no?
- Sí, ya lo sabes. Estoy impaciente por ver que se cuenta nuestro amigo Olaf...
- Sí, vamos a ello. Si te parece te cuento lo que he leído y te imprimo todo para que le puedas echar un ojo...
- Venga, dispara, te escucho.
- Pues el tal Olaf, al menos según los creadores de este juego de rol... que no es decir mucho, pero algo es... era uno de los más importantes sabios vikingos. Se dice que, en un largo viaje, cuando su drakkar rodeaba las costas de Groenlandia, cayó al agua y no pudieron rescatarle. Dos años después apareció en la costa de Islandia. Cuando regresó a su tierra, en la actual Noruega, contó a su gente que había muerto, para poco después regresar a la vida, y que había visto lo que había tras la muerte. Había descubierto los secretos del más alla... Días después, el sabio, que por aquellos tiempos ya era viejo, murió, dejando su secreto a sus descendientes... Más o menos eso es todo lo que he sacado en claro.
- ¡Genial, tío! Eres el puto amo.. - Y espontáneamente lo abrazó. Le soltó poco después, pues se sentía incómoda estándo sola con él en su casa, pero estaba contenta por ir descubriendo nuevos secretos. Las anotaciones de su libro empezaban a tener sentido.
- Lo que no sé es por qué estás tan interesada en los vikingos...
- Algún día te lo contaré - Se bebió el vaso casi de un trago - Me voy a tener que ir, se hace tarde y mañana hay que ir al curro...
- Bueno, como veas. Si te apetece otra copa otro día...
- Me lo pensaré... Gracias por todo, Iván. - Y le besó cariñosamente en la mejilla.
- De... nada... Un... placer... ¿Quieres que te lleve?
- Prefiero caminar un poco, pero gracias de nuevo. Hasta mañana, tío.
- Hasta mañana
La luz de las farolas alumbraba los cortos pasos de Isabel cuando caminaba calle abajo, y creyó ver una sombra que la miraba en la ventana del tercer piso. "Definitivamente, le gusto... pero mucho se lo tendría que currar...". Y pocos metros después se paró en un escaparate, sólo para contemplar a aquella chica morena que le sonreía en el reflejo.

27 agosto, 2006

Lamentos de saxofón

En una pequeña sala oscura, en los bajos de un tenebroso castillo, se escucha una melodía improvisada. Los truenos del exterior se funden con la armonía del jazz. Un licántropo juguetea con las baquetas de una batería llena de telerañas. A su lado, una horripilante gárgola hace un walking de contrabajo. Un demonio saca acordes de una guitarra a lo B. B King. Y, como melodía principal, se escuchan los lamentos de un saxofón, en las manos de un vampiro. El jazz inunda cada pasillo de la oscura morada.
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Dedicado a FunkyVampiro, por las noches de celtatrón, de fender stratocaster, play station y soundblaster, por las cervezas negras, por los tequilas baratos, por las horas creando música...

Y así eres a la espada parecida, que matas más desnuda que vestida

Y aquí estoy, calándome mi sombrero de ala ancha, ajustándome mi coleto de piel de búfalo, y cogiendo toledana y vizcaina para, después de ahogar los encantos de La Lebrijana en una copa de vino, recorrer los callejones de Madrid en busca de un lance, o de una dama.
... tan sólo una semana...

26 agosto, 2006

Si los expertos dominasen el mundo... III

Hairanakh me mostraba esta mañana un comentario en Escolar que me ha hecho tener que continuar esta serie sobre expertos...
El post en cuestión citaba una palabras de Bob Dylan en contra de los estudios digitales. Yo reproduzco el comentario en cuestión:
"Bueno, y que razón tiene. Sin ir más lejos los discos de OT suenan como si estuvieran grabados en una lata.
De todo amante de la música es sabido que el formato digital es un formato "cuantificado" y por ende, limitado. Por contra, los LPs, esos que para algunos suena como a "friendo huevos" reproducen en su surco la onda de sonido con total fidelidad.
!Que tiempos aquellos de las válvulas de vacio!
Los que tenemos suerte de tener un gran (y digo gran en términos de calidad) equipo de música no somos muy partidarios del MP3, limita lo ya de por si limitado."
Espero que los "amantes de la música" no se crean esa sarta de gilipolleces... ¿Formato cuantificado? Me gustaría saber que sabe este tío de audio digital. Lo del surco de onda también me ha llamado...
Y en cualquier caso, el MP3 no es el único formato digital que existe... Invitaría a este hombre a escuchar un Super Audio CD y que lo compare con los surcos de su vinilo.
O si no, que haga caso a este otro comentario:
"¿Por que tener un IPod si puedes llevar un fiable walkman? ...O un gramófono."

21 agosto, 2006

Si los expertos dominasen el mundo... II

Quinto Beatle: "¿Hasta que distancia funciona este micrófono?"
Yo: "¿Ein?
Q.B: "Sí, los micrófonos funcionan hasta cierta distancia, 1 metro o 2..."
Yo: "Que va... La señal que llega al micrófono depende fundamentalmente, de lo lejos que estés, y de la sensibilidad del micro (dB mV/Pa)".
Q.B: "No, todos los micros llegan hasta una cierta distancia que..."
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Q.B: "Es que estos micrófonos captan en forma de corazón. Así, ¿ves?"
Yo: "Sí, estos son hipercardiodes"
Q.B: "No, captan en forma de corazón..."

En fín...

19 agosto, 2006

Si los expertos dominasen el mundo...

Hay ciertas ciencias o técnicas que demasiada gente cree controlar en profundidad, o ser un "experto" en la materia (como odio esa palabra, sobre todo cuando se repite descontroladamente en los telediarios: "según los expertos..."). Poca gente habla sin cesar sobre sus conocimientos de física cuántica, biología celular o microeconomía (por decir algo). Pero parece que a todo el mundo le gusta sentirse un profesional del audio y el vídeo (o de otras cosas de "actualidad", como la informática...)
Ayer, mientras esperaba en la cola del cine para comprar las entradas de Piratas del Caribe, unos chavales que había delante de mí (de unos veinti tantos) comentaban que el cine debería de verse a millones de fotogramas por segundo!!! Joder, parece que la capacidad del ojo humano está sobrevalorada. Al menos, estos chicos no se enorgullecían de ser unos expertos en el tema, simplemente hacían sus cálculos.
Un par de días antes, un amigo me comentaba que otro "experto" amigo suyo tenía la firme creencia de que las películas en los cines Kinepolis se mandaban por satélite al reproductor. Es cierto que dichos cines tienen un reproductor de cine digital, y que la película se puede distribuir por satélite. Pero ojo, distribuir, no proyectar en tiempo real. En cualquier caso, esto sólo sucede en una de las salas (y no se usa muy a menudo). En todas las salas lo que hay es un proyector de fotogramas de 35mm, como los de toda la vida.
Pero lo que más me sorprende es la adoración que profesa la gente a los televisores planos... y todo porque "se ven mejor".
Por eso yo prefiero declararme "experto en nada".

14 agosto, 2006

Ready to work

Son las 7 de la mañana, de un lunes 14 de Agosto (y mañana es fiesta). Os podéis imaginar lo llenas que están las oficinas de mi trabajo... Falta sólo el arbusto rodante de las películas del oeste.

... pero aquí estoy yo (y Hairanakh) dispuestos a echarnos un buen sueño en la sala de racks.

10 agosto, 2006

Las cosas más triviales se vuelven fundamentales

Ya lo decía Enrique Bunbury (...y Benedetti...).
Nunca había estado tanto tiempo sin unas buenas vacaciones (y por buenas me refiero a al menos 15 días para hacer lo que me de la gana). Y parece que la cosa se va a alargar hasta el verano que viene. Y estando un mes de Agosto casi recluido en la capital alcarreña, con no demasiado tiempo libre (quién iba a pensar que hubiese tanto trabajo en verano!), las cosas del día a día se vuelven claves a la hora de enfundar una sonrisa.
Las risas con mi hermano pródigo sobre si regamos las plantas. Los temores de mi hermano, compañero de trabajo y de viajes de encontrarnos al Tupi (un profesional del acople en el autobus, un depredador de no dejarte dormir...). Las charlas telefónicas con mi chica. Las cervezas en la Fuente con los colegas ("A las 8 y media en la puerta de la autoescuela..."). La casi radiofónica Escape (de 'Tallica) sonando por los altavoces de mi mesa, lo suficientemente alto para escuchar los detalles, pero lo suficientemente bajo para que no se quejen por aquí... El del restaurante asiático que nos trae la ternera al estilo Thai, y el cordero al estilo mongol. Hacer la maleta para pasar 2 días en Motril (mi otra tierra). Leer a Holbeist, o a Morgan. Terminarme La Catedral del Mar, que al final, tras un comienzo titubeante, me ha gustado. La charla messengeriana con Raquel. El pensar donde estarán Sebas, Kyk, Jose, Silvia y los demás (esto parece de Amaral... Silvia esperemos que en China, y no en Korea, Filipinas o Sri Lanka). La luna llena.
Pequeñas cosas. Pequeños detalles. Pequeños sueños. Los podría estar relatando hasta que esto se hiciese un post interminable. Pero esto no será más que un pequeño post. Un pequeño post medio olvidado entre los calores del verano, el sueño que me vence cada tarde, y unas "vacaciones" descafeinadas... En cualquier caso, nunca pierdo la oportunidad de poder enfundarme una sonrisa. Ya lo dijo Juan Bosco (¿o Domingo Savio?). Qué coño importa, lo importante es procurar estar siempre alegre.