19 enero, 2006

Una sombra bajo la lluvia

LLovía, llovía fuerte, apenas se veía lo que había a unos metros del taxi. Cerró los ojos. Había sido una buena noche: unas cervezas en una taberna irlandesa, un par de buenos amigos, alguna mirada con una morena atractiva, y muchas historias que contar. Era sábado, así que al día siguiente tendría un día relajado. Pensaba levantarse tarde, y tirarse en el sofá mientras terminaba de leer un libro sobre la batalla de Trafalgar, y escuchaba a Miles Davis por los altavoces de su habitación. Quizás pediría comida asiática, o una pizza. ¿Estará Jamal ya en casa? Jamal era su compañero de piso, un negro fuerte, no demasiado alto, siempre con ropas anchas, de esos que parece que llevan el rap en el cuerpo. Era un buen tipo. Ya no tenía padres, murieron al poco de venir a España, y pasaba su vida entre sus estudios de Fisioterapia y las canchas de baloncesto...

Se estaba quedando dormido, sumido en sus pensamientos, cuando la voz ronca del taxista le aviso de que había llegado. Cuando bajo del taxi la lluvia ya le empezaba a calar los huesos, así que avanzo con paso rápido por la estrecha calle peatonal que le llevaba a casa. Fue entonces cuando vió algo, un bulto grande a poco metros. Tuvo un escalofrío, un mal presentimiento. Se acercó lo suficiente para darse cuenta de que era un cuerpo inerte, un hombre inmóvil tirado en el suelo, y que la sangre se mezclaba con el agua de la lluvia en un inmenso charco. Le observó horrorizado, tenía unos 40 años, y su cuerpo lo cubría una gabardina negra, agujereada por balas o lo que diablos le hubiese matado. Se agachó y buscó entre sus ropas su documento de identidad, o algo que le dijese quién era ese hombre. Sólo encontró un papel, doblado y manchado por la sangre. Lo abrió lentamente. Con una caligrafía casi perfecta el papel indicaba una dirección:

C/Rojas de Cádiz Nº 3, 3ºC

Quedó petrificado, su corazón detenido por un momento. Esa era su calle, su portal... y su piso.
...CONTINUARÁ... (Eso espero... jeje)

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