25 marzo, 2008

¿Te gusta conducir?

Atrapado en la jungla de asfalto en la cada semana me levanto, con más o menos suerte, necesitaba desplegar un poco mis alas de animal salvaje y mi hocico depredador para adentrarme en la jungla. Como gladiador cansado de saltar al circo a pelear la vida en cada batalla, ansiando la libertad de volver a la frontera con Germania. Necesitaba sentir ese aire puro que te llena los pulmones, esa sensación de perfecta soledad o el placer de llegar donde no llega nadie. Estar solo con la Tierra. O casi. Porque éramos cuatro fugaces jinetes en la aventura.

Bendita la nieve que nos sorprendió, porque hizo todo más difícil y de una belleza más inalcanzable. Bendito el camino que se abría ante nuestros pasos. Y el ron cubano de 7 años. Y benditas las películas de romanos que, por alguna misteriosa razón, siempre hacen que vuelva con ganas de batirme entre las fieras.

Si hay una foto que describa lo que siento después de este pequeño descanso santo, es esta:


Foto: by rkp, en algún lugar cercano a la Laguna Negra... Podría ser un anuncio de la famosa marca alemana de automóviles, pero íbamos a bordo de uno sueco... For Life.

07 marzo, 2008

Ullapool

El otro día, ojeando las fotos que tenía por el ordenador, vi esta, y me puse a escribir. Esto fue lo que salió...



"El cielo, totalmente nublado, apenas dejaba entrever algunos rayos de sol. El mar se refugiaba entre las laderas de las montañas, y los barcos de pesca dormían en su merecido descanso. Habría que madrugar mañana. Yo desenredaba una de las redes, en la barca, mientras me fumaba un pitillo. Hacía casi quince años que había prometido a mi madre dejar de fumar, pero me había vuelta a aficionar, simplemente porque a veces era lo único que tenía para entretenerme en mi barca. También llevaba siempre dos libros conmigo, pero distraían demasiado, y había que estar a lo que había que estar. El Buscón, llamado Don Pablos, descansaba sobre el banco, con sus hojas amarillentas. El otro, por supuesto, el Capitán Alatriste. Durante casi siete años había olvidado totalmente mi pasado, sólo se salvaban esos dos libros, que cada noche, descansaban en la mesilla de mi pequeño hogar y, que, cada semana, leía una y otra vez. No hay nada en este mundo mejor que un atardecer en Ullapool. Eso lo descubrí cuando todavía era un chaval. Y cuando este mundo todavía se mantenía en pie. Cuando la guerra que asolaba Europa y Asia desde hacía ya cinco años apenas se esperaba. Cuando deambulaba por las calles de Madrid, ganándome bien la vida, antes de que la ciudad fuera completamente destruida, como Berlín, gran parte de París y Moscú. Cómo Teherán, que había desaparecido del mapa. O como Nueva Delhi. Cuando un día cogí mi moto nueva y me recorrí el mundo civilizado de Sur a Norte, y después de dos meses, moribundo, y en los huesos, me planté en las High Lands, andando desde Liverpool, donde el motor de mi acompañante había pasado a mejor vida... Las dos heridas de bala que aún sufría en mi pierna pesaban como losas. Y aún no sé como conseguí llegar.

Cuando me desplomé a unos pocos kilómetros del pueblo, pasaron casi dos días cuando me recogió un viejo pescador. Me llevó a su casa, y su hija me cuidó durante días, semanas y casi meses hasta que, más o menos recuperado, me pidió que, como compensación, trabajase para él. En realidad, yo no buscaba otra cosa, más que sobrevivir. Y así, cada mañana, cuando el sol se recortaba entre las montañas, y el frío helaba las manos y los huesos, salía a faenar con el viejo pescador. No comíamos, y volviamos al atardecer, con merluza para casi todo el pueblo. Que era poco, porque Ullapool ya no podía vivir del turismo, como en otro tiempo.

Dejé de pensar en eso, y dejé de desenredar el aparejo. Cogí el buscón, y lo abrí por la página 32. Página que, como siempre, marcaba una foto del azul mar escocés, que había hecho durante mi primer viaje a aquellas tierras y que guardé en mi cazadora durante todo el viaje desde España, para no parar nunca de intentar ver ese cielo otra vez, aunque fuese lo último que viera.

Hoy, todavía llevo aquella foto siempre conmigo. Hoy, cuando emprendo de nuevo el viaje a lo que un día fue Hispania, en otro tiempo Al-Andalus y en otro, ya lejano, España. A mis 43 años, todavía quiero ver la tierra que me vió nacer, donde dicen que los árboies crecen entre los edificios y los arbustos pueblan las carreteras. Hoy, 24 de Febrero de 2028, vuelvo a casa, y sé que será el último viaje. Las últimas noticias que tengo de las ruinas de Londres, en forma del único periódico y emisora de radio que opera en el viejo continente, hablan de que sólo 500 millones de personas han sobrevivido a las guerras, virus, plagas y desastres naturales que durante casi veinte años han asolado el planeta. Parece que la guerra ha terminado, y alguien se tiene que encargar de que vuelva a florecer la hierba en el desierto. Si alguien, alguna vez, encuentra esta nota pegada a esta vieja foto, es porque ya me he reunido con mis antepasados, que aún soñaban con un mundo mejor."

06 marzo, 2008

Nunca me habían hecho una fiesta sorpresa. Yo las había preparado, con más o menos éxito, pero nunca había sido el homenajeado. Y parecerá una tontería, pero me hizo una ilusión increible. Después de tenerme durante horas engañado, allí estaban todos, en el salón del "taller", que ni siquiera fui capaz de dar la luz. Allí estaba ese cartel de "Que te vaya todo bonito", que ahora reposa encima de uno de mis bajos eléctricos, esperando un sitio para ser guardado como se merece. Me daba hasta pena tirar las cajas de pizza a la mañana siguiente, o recoger los pocos globos que quedaban vivos. Como dije, me aterran las despedidas. Y lo siguen haciendo, pero nunca ninguna fue tan bonita. Y no es un cumplido.

A partir de ahora llevaré siempre puesto mi sombrero de vaquero, sólo para quitarmelo cuando, sea donde sea, me encuentre con uno de vosotros. Dicen que El Turco no tiene piedad con sus enemigos. Quizás tengan razón. Pero lo que yo sé, es que nunca olvida a sus amigos. Y más después de esto.

Este post no tiene título, y es que todavía no he encontrado las palabras...