10 mayo, 2006

El laberinto de las entrañas de la Tierra - II

Sentado en su mesa de la comisaria de la policia de París, el inspector Jean Gonzalez apuraba las últimas horas de trabajo rodeado de informes manchados de café expreso. Sobre la mesa, una foto de su mujer, y de sus hijos Claudia y Jacques. Revisaba con detenimiento el último caso que había llegado a sus manos: la desaparición de una joven profesora de gimnasia artística. El informe no daba ninguna información relevante, había desaparecido hacía ya tres días cuando supuestamente volvía a su casa desde el gimnasio, entre las 9 y las 10 de la noche. La chica vivía sola, y la desaparición la había denunciado una amiga. Ningún novio conocido, ni ninguna deuda que saldar, y ningún antecedente. Lo más probable, algún secuestro de tipo sexual, demasiado frecuentes en los últimos años. La foto de la ficha mostraba a una joven castaña, de ojos verdes y sonrisa cautivadora. Quizás por eso Jean pensó en un primer momento que se trataría de un asunto de faldas. Al fin y al cabo, si secuestras a una jovencita, lo normal es buscársela atractiva. Por un momento Jean pensó que estaba imaginando demasiado, no tenía por qué tratarse de un secuestro. La chica podía haber decidido desaparecer de Paris sin avisar a nadie, por cualquier motivo personal. Siguió observando la ficha: Danielle Lacroi no tenía padres desde hace 5 años, cumplió 24 el mes pasado, compartía piso con un gato, un apartamento alquilado cerca del barrio latino. Lo mejor que podía hacer era hablar con la amiga de Danielle, Laura Ferrán, estudiante de periodismo, española. Jean sabía hablar español, como delataba su apellido, su padre había sido un restaurador navarro. Se decidió a coger el teléfono y llamar a la señorita Laura. Tras más de 10 tonos, una voz dulce pero cansada le contestó al teléfono. A pesar de su marcado acento español, el francés de Laura era casi perfecto.

- ¿Podemos quedar mañana por la mañana para hablar de este asunto?
- De acuerdo inspector, estoy muy preocupada por Danielle, llevo días sin dormir - La voz de la joven confirmaba que decía la verdad
- Hasta mañana entonces, estaré a las 10 en tu casa, y si te apetece le invito a un café
- De acuerdo, allí le espero
- Gracias por tu colaboración
- Qué menos puedo hacer
- Au Revoir
- Au Revoir, Danielle

A sus 54 años Jean solía sentirse como Danny Glober en Arma Letal, el típico policía a punto de retirarse que tiene que hacer sus últimos trabajos peligrosos. Bueno, en realidad, hacia tiempo que no hacía nada arriesgado, y quizás lo echaba de menos. Tampoco tenía la compañia de Mel Gibson. Siempre le gustaron las pelis de polis, y desde hace algunos años se identificaba con el papel de viejo policía. No parecía creíble compararse con el Will Smith de Dos Policías Rebeldes. Tenía ganas de volver a casa, hablar un poco con sus hijos, cenar y acurrucarse en su cama junto a su mujer. Eran una familia feliz, a pesar de los problemas de más de 20 años de matrimonio. Lo que más le preocupaba, las continuas salidas nocturnas de su hija Claudia. A sus 17 años más le valía centrarse en los estudios.

Dejó de pensar en ello para intentar concentrarse en la pantalla de su ordenador. A su lado, su compañero Gabriel apenas mantenía los ojos abiertos... Tantas horas en la oficina podían ser duras, era más ameno el trabajo de calle. Revisó los casos pendientes. Había un total de 6 desapariciones en el último mes, 3 supuestos homicidios por resolver y algún asunto menor, como varios robos en joyerías. Demasiado trabajo. Se concentro en las desapariciones. Eran más de las habituales. Un bombero, un estudiante de historia, un camarero griego, un profesor de tiro con arco, y la joven gimnasta. Miró cada uno de los informes. En ninguno había ningún motivo aparente para un secuestro. Todos vivían solos y tenían menos de 30 años. Y había un dato importante, en el que no había caído hasta ahora. Todos eran huérfanos. Curiosa coincidencia. Y las coincidencias suelen revelar datos importantes. Siguió investigando y observó que entre las fechas de las desapariciones había cinco o seis días de diferencia. Los datos empezaban a resultar interesantes.

Dos horas después Jean abandonaba la comisaría con muchos pensamientos en la cabeza y con la bronca asegurada de su mujer por llegar tarde a la cena. Mientras entraba en su nuevo Renault Megane, una tímida lluvia caía sobre las calles de París, despidiendo los últimos días de Septiembre.

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Espero que no os importe el cambio de época... es que es lo que tenía pensado! Pero cuando me atreva quizás escriba algo con mucho Pardiez y Voto a tal, de momento es para mí un género demasiado querido como para estropearlo. Saludos!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí que es un cambio... ¿Pero va a tener algo que ver con lo primero que escribiste?

Anónimo dijo...

"si secuestras a una jovencita, lo normal es buscársela atractiva"... golfo!! :-P

en cuanto a lo del cambio de época... faltaría más que encima de entretenernos con tus historias todavía tuvieras que pedirnos permiso! Dale rienda suelta a tu creatividad y olvídate de los críticos-fans... Pardiez! :-P

Anónimo dijo...

Moooola, yo quiero una historia con viajes en el tiempo y paradojas absurdas. :P (por pedir)

No, yo secundo a kyk, tú a tu bola.

Mira, hoy he leído una frase de los directivos de nintendo (hablando sobre su nueva consola, que por cierto es más rara que un perro verde) que decía algo así como: "si sólo escuchamos lo que nos pide nuestro público nunca seremos capaces de sorprenderlos".

Lo dicho, mucho ánimo y no dejes de sorprendernos.

Hairanakh dijo...

nintendo? es un pseudónimo para telepizza?

ChebaX dijo...

Mmmmm...
No creo, aunque nunca se sabe ;)

Anónimo dijo...

Una carta del siglo XVII, desapariciones, ¿qué tendrá que ver esto con las entrañas de la tierra?

¡Deja de trabajar y escribe el capítulo III!