El otro día, ojeando las fotos que tenía por el ordenador, vi esta, y me puse a escribir. Esto fue lo que salió...
"El cielo, totalmente nublado, apenas dejaba entrever algunos rayos de sol. El mar se refugiaba entre las laderas de las montañas, y los barcos de pesca dormían en su merecido descanso. Habría que madrugar mañana. Yo desenredaba una de las redes, en la barca, mientras me fumaba un pitillo. Hacía casi quince años que había prometido a mi madre dejar de fumar, pero me había vuelta a aficionar, simplemente porque a veces era lo único que tenía para entretenerme en mi barca. También llevaba siempre dos libros conmigo, pero distraían demasiado, y había que estar a lo que había que estar. El Buscón, llamado Don Pablos, descansaba sobre el banco, con sus hojas amarillentas. El otro, por supuesto, el Capitán Alatriste. Durante casi siete años había olvidado totalmente mi pasado, sólo se salvaban esos dos libros, que cada noche, descansaban en la mesilla de mi pequeño hogar y, que, cada semana, leía una y otra vez. No hay nada en este mundo mejor que un atardecer en Ullapool. Eso lo descubrí cuando todavía era un chaval. Y cuando este mundo todavía se mantenía en pie. Cuando la guerra que asolaba Europa y Asia desde hacía ya cinco años apenas se esperaba. Cuando deambulaba por las calles de Madrid, ganándome bien la vida, antes de que la ciudad fuera completamente destruida, como Berlín, gran parte de París y Moscú. Cómo Teherán, que había desaparecido del mapa. O como Nueva Delhi. Cuando un día cogí mi moto nueva y me recorrí el mundo civilizado de Sur a Norte, y después de dos meses, moribundo, y en los huesos, me planté en las High Lands, andando desde Liverpool, donde el motor de mi acompañante había pasado a mejor vida... Las dos heridas de bala que aún sufría en mi pierna pesaban como losas. Y aún no sé como conseguí llegar.
Cuando me desplomé a unos pocos kilómetros del pueblo, pasaron casi dos días cuando me recogió un viejo pescador. Me llevó a su casa, y su hija me cuidó durante días, semanas y casi meses hasta que, más o menos recuperado, me pidió que, como compensación, trabajase para él. En realidad, yo no buscaba otra cosa, más que sobrevivir. Y así, cada mañana, cuando el sol se recortaba entre las montañas, y el frío helaba las manos y los huesos, salía a faenar con el viejo pescador. No comíamos, y volviamos al atardecer, con merluza para casi todo el pueblo. Que era poco, porque Ullapool ya no podía vivir del turismo, como en otro tiempo.
Dejé de pensar en eso, y dejé de desenredar el aparejo. Cogí el buscón, y lo abrí por la página 32. Página que, como siempre, marcaba una foto del azul mar escocés, que había hecho durante mi primer viaje a aquellas tierras y que guardé en mi cazadora durante todo el viaje desde España, para no parar nunca de intentar ver ese cielo otra vez, aunque fuese lo último que viera.
Hoy, todavía llevo aquella foto siempre conmigo. Hoy, cuando emprendo de nuevo el viaje a lo que un día fue Hispania, en otro tiempo Al-Andalus y en otro, ya lejano, España. A mis 43 años, todavía quiero ver la tierra que me vió nacer, donde dicen que los árboies crecen entre los edificios y los arbustos pueblan las carreteras. Hoy, 24 de Febrero de 2028, vuelvo a casa, y sé que será el último viaje. Las últimas noticias que tengo de las ruinas de Londres, en forma del único periódico y emisora de radio que opera en el viejo continente, hablan de que sólo 500 millones de personas han sobrevivido a las guerras, virus, plagas y desastres naturales que durante casi veinte años han asolado el planeta. Parece que la guerra ha terminado, y alguien se tiene que encargar de que vuelva a florecer la hierba en el desierto. Si alguien, alguna vez, encuentra esta nota pegada a esta vieja foto, es porque ya me he reunido con mis antepasados, que aún soñaban con un mundo mejor."
"El cielo, totalmente nublado, apenas dejaba entrever algunos rayos de sol. El mar se refugiaba entre las laderas de las montañas, y los barcos de pesca dormían en su merecido descanso. Habría que madrugar mañana. Yo desenredaba una de las redes, en la barca, mientras me fumaba un pitillo. Hacía casi quince años que había prometido a mi madre dejar de fumar, pero me había vuelta a aficionar, simplemente porque a veces era lo único que tenía para entretenerme en mi barca. También llevaba siempre dos libros conmigo, pero distraían demasiado, y había que estar a lo que había que estar. El Buscón, llamado Don Pablos, descansaba sobre el banco, con sus hojas amarillentas. El otro, por supuesto, el Capitán Alatriste. Durante casi siete años había olvidado totalmente mi pasado, sólo se salvaban esos dos libros, que cada noche, descansaban en la mesilla de mi pequeño hogar y, que, cada semana, leía una y otra vez. No hay nada en este mundo mejor que un atardecer en Ullapool. Eso lo descubrí cuando todavía era un chaval. Y cuando este mundo todavía se mantenía en pie. Cuando la guerra que asolaba Europa y Asia desde hacía ya cinco años apenas se esperaba. Cuando deambulaba por las calles de Madrid, ganándome bien la vida, antes de que la ciudad fuera completamente destruida, como Berlín, gran parte de París y Moscú. Cómo Teherán, que había desaparecido del mapa. O como Nueva Delhi. Cuando un día cogí mi moto nueva y me recorrí el mundo civilizado de Sur a Norte, y después de dos meses, moribundo, y en los huesos, me planté en las High Lands, andando desde Liverpool, donde el motor de mi acompañante había pasado a mejor vida... Las dos heridas de bala que aún sufría en mi pierna pesaban como losas. Y aún no sé como conseguí llegar.
Cuando me desplomé a unos pocos kilómetros del pueblo, pasaron casi dos días cuando me recogió un viejo pescador. Me llevó a su casa, y su hija me cuidó durante días, semanas y casi meses hasta que, más o menos recuperado, me pidió que, como compensación, trabajase para él. En realidad, yo no buscaba otra cosa, más que sobrevivir. Y así, cada mañana, cuando el sol se recortaba entre las montañas, y el frío helaba las manos y los huesos, salía a faenar con el viejo pescador. No comíamos, y volviamos al atardecer, con merluza para casi todo el pueblo. Que era poco, porque Ullapool ya no podía vivir del turismo, como en otro tiempo.
Dejé de pensar en eso, y dejé de desenredar el aparejo. Cogí el buscón, y lo abrí por la página 32. Página que, como siempre, marcaba una foto del azul mar escocés, que había hecho durante mi primer viaje a aquellas tierras y que guardé en mi cazadora durante todo el viaje desde España, para no parar nunca de intentar ver ese cielo otra vez, aunque fuese lo último que viera.
Hoy, todavía llevo aquella foto siempre conmigo. Hoy, cuando emprendo de nuevo el viaje a lo que un día fue Hispania, en otro tiempo Al-Andalus y en otro, ya lejano, España. A mis 43 años, todavía quiero ver la tierra que me vió nacer, donde dicen que los árboies crecen entre los edificios y los arbustos pueblan las carreteras. Hoy, 24 de Febrero de 2028, vuelvo a casa, y sé que será el último viaje. Las últimas noticias que tengo de las ruinas de Londres, en forma del único periódico y emisora de radio que opera en el viejo continente, hablan de que sólo 500 millones de personas han sobrevivido a las guerras, virus, plagas y desastres naturales que durante casi veinte años han asolado el planeta. Parece que la guerra ha terminado, y alguien se tiene que encargar de que vuelva a florecer la hierba en el desierto. Si alguien, alguna vez, encuentra esta nota pegada a esta vieja foto, es porque ya me he reunido con mis antepasados, que aún soñaban con un mundo mejor."
4 comentarios:
tío, me encantan tus historias... y ésta en particular es muuuyyy buena.
claro que, además de El Buscón y de Alatriste, yo esperaba que tuvieras La Última Legión... por aquello de recuperarlo antes de que las guerras se cebaran con mi bonito cadaver :P
no es por nada pero, ¡a que es buena la foto! :-P
Pero tioooo!!!!...y que pasó con tus colegas????...sobrevivió alguno a la guerra y demás movidas????...Mago de Oz a pesar de todo siguió haciendo discos,a cada cual peor (cómo viene siendo desde hace unos años)???...los jefazos de la SGAE al ver que no tenían derechos de autor que gestionar se dedicaron a la cría de espárragos trigueros???...y...que fue de Jimenez Losantos???...muchas dudas me asaltan querido amigo...
Coñas aparte,una gran historia...a ver si nos prodigamos más ;)
Salud y Rock and Roll!!!!
Kyk, me alegro que te guste, últimamente sólo escribo fragmentos de cosas, pero me gusta hacerlo así... De La Última Legión me faltan unas pocas páginas, así que en breve lo tendrás en tu poder :-)
Lucas, ¿la hiciste tú? Jejeje, no sabía quién había sido el artista. Pues sí, es la leche, es perfecta...
Karman, llegó a mis oídos la historia de un ermitaño de pelo hasta los pies y larga barba, que recorría los parajes devastados, con un viejo saxo oxidado... Salud y Rock!
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