18 enero, 2008

... no mires atrás ...

A veces no peleé lo suficiente, baje la guardia y me vi sorprendido, con la espada mellada y la coraza rota. Derrotado ante las puertas de una Babilonia que un día pensé que era mía.

A veces lloré a la luna. Que los hombres, o los lobos, también lloran. Le supliqué que me llevara con ella una noche, pero no me dejó. Siempre dijo que me sitio estaba cuidando a los árboles. Y, a veces, confieso, derribé árboles…

A veces, con el barco ya desarbolado, con el trinquete mayor flotando, medio en cubierta, medio en el océano, me lancé al agua. Dejé moribundos a los que habían dejado su sangre entre el rumor de los cañones, y ni siquiera miré atrás.

Pero a veces soñé con vientos del sur que avivaban las montañas, con batallas ganadas en cada esquina, de cada ciudad con un viejo bar. Brindé por los tiempos pasados, y por los futuros tiempos mejores, y no, aunque no lo creáis, nunca dejé la pluma. Las historias están en el tintero, pero esta vez, quizás no vean la luz hasta que estén acabadas. Quizás los genios lo hagan de otra forma, pero yo todavía apenas soy un hombre, como para ser un genio…

No hay comentarios: