23 marzo, 2006

Una sombra bajo la lluvia - IX

La noche había caído sumiendo la pequeña habitación en la más absoluta oscuridad... Pero había sido incapaz de dormir. Quería aprovechar sus últimas horas pensando... porque ya había asimilado que eran sus últimas horas. Pensó en sus padres, pensó en su hermana... y pensó que la echaba de menos. Pensó en el camión que la pasó por encima hace ya casi diez años. Aquel hombre se suicidó poco después, desolado... Y pensó que pronto quizás vería a los dos. Si es que había algo parecido a otra vida. Nunca creyó en nada... Bueno, sólo cuando era pequeño y le fascinaba como Noe metía a todos los animales en una arca. Quizás por eso le gustaban tanto los barcos. Pensó en todos los sitios donde no había ido... y donde nunca iría. Nunca vería un lobo en Alaska, nunca vería a un lobo cantarle a la luna... Como en Pocahontas. Pensó en su infancia, y luego en su adolescencia. Pensó en el primer beso, con Ana, aquella chiquilla del colegio. Y en la primera vez... ¿dónde estaría Miriam? Era una virtuosa del piano, y por lo poco que sabía ya de ella ahora vivía en Austria. Y sólo habían pasado cuatro años. Pensó en el concierto de los Red Hot que se iba a perder... y pensó en los amigos que perdería. ¿Dónde estaría Jamal? ¿Estaría bien? ¿Estaría vivo? Pensó en lo que le gustaba correr bajo la lluvia, sentirse libre, subir a una montaña y gritar al mundo que era libre... Pensó en Sara... él la había metido en esto, era su culpa. No se merecía lo que le iba a pasar. Si ella sobrevivía a aquella noche no iba a ser feliz el resto de su vida... Pensó en que le gustaba. Le gustaba como sonreía. Y estaba buena... Pensó horas y horas, enlazando pensamientos, sueños, recuerdos. Pensó que se iban a quebrar sus frágiles alas de cristal. Y se sorprendió a si mismo con lagrimas en los ojos. Un llanto silencioso que le hacía ser más desgraciado... Y no pensó en Innombrables, ni en idiomas extraños, ni en cometas, ni siquiera en sacrificios... ¡Que coño importaba eso ya!
Sara tampoco había podido dormir, se movía en su rincón lentamente, callada, intentado que él no se diese cuenta de que llevaba horas llorando. Y no podía parar. No quería ser violada por a saber cuantos hombres, mientras su amigo se desangraba en alguna clase de sacrificio... Y no quería perder su vida. No quería perder su alegría, sus amigas, sus clases de Historia, sus viajes y sus recuerdos... no quería perder su belleza. ¿La dejarían vivir? Que más daba... estaría muerta de todas formas. Nunca había pensado en suicidarse... y se dijo a si misma que no lo haría, pasase lo que pasase. Y pensó que se le estaba yendo la cabeza. "Quizás esto sólo es un sueño... quizás despierte en mi cama y nada de esto haya pasado". Pero en el fondo le había apasionado todo esta historia. Le gustaba la aventura, le gustaba lo desconocido... y por un momento pensó que todo no acabaría allí.
Y Lucio pensaba lento, igual que hablaba, porque tenía toda la vida de experiencia, y porque no era la primera vez que iba a morir. Así que sus pensamientos se repetían. Ya le daba igual todo. Sólo le importaba aquel chico inocente que iba a morir esa noche... y seguía buscando una forma de matarlo antes de que le sacrificaran... le haría un favor a él y al mundo.
Y en algún lugar de la carretera, Jamal escuchaba a los Five Horse Johnson (Isa había cambiado la cinta después de cansarse de tanto rap...) mientras sujetaba la pipa con sus manos pensando que coño haría con ella. El no era un tipo duro del Bronx... lo parecía, y a veces le gustaba aparentarlo, pero no lo era. Era sólo un negro que jugaba bien al basket. Iban a un pueblo de Galicia por la indicación de un profesor de Física, que nada sabía de sectas ni de monstruos. ¿Qué probabilidades había de que allí estuviesen Marco y Sara? Era absurdo... ¿Y que iba a hacer allí? Eran sólo dos. Lo mismo se encontraban con la policia lamentándose por haber seguido una pista falsa. Bueno, dudaba bastante que allí estuviese la policía... tendrían mejores cosas que hacer, una llamada anónima no les confirmaba nada. Por lo menos estaban haciendo lo que podían, y eso le consolaba... Todavía tenía algo que decir si seguía sintiendo el ritmo en el cuerpo. Y por lo menos tenía buena compañía.
Isa estaba concentrada en conducir, no se le daba todavía muy bien. Y se preguntaba que cojones hacía metida en todo esto. "Haré una canción sobre esto... un corrido de los que le gustán a mamá. Se la grabaré y se la daré con una flor. Y las dos lo celebraremos con tequila, que ya hace mucho que no nos contamos intimidades..." La madre de Isa cumplía todos los tópicos que se le pueden poner a una mexicana. Y era adorable. Isa le agredecía por dentro cada día que la ayudase a seguir adelante, aunque nunca la decía nada.
- Ehh! Hijo de puta! - Un audi que adelantaba por la derecha la sacó de sus pensamientos.
- ¿En que pensabas, hermana?
- En fumarme un buen canuto, hermano... ¿porque me llamas hermana?
- Porque me caes bien...
- Eso está bien... Bueno, en realidad pensaba en mi mamá.
- Tu madre también me cae bien.
- Y tu a ella, hasta que se entere de que me vas a llevar a la playa...
- Si salimos de esta...
Y de nuevo el silencio. Ya faltaba poco para que amaneciese. Jamal cogió el mapa de carreteras pensando por donde podían ir más rápido... mientras la radio seguía escupiendo blues.
No muy lejos de allí, Sara dejaba de llorar, porque sentía unos ojos clavados en los suyos...
- ¿Qué tal estas Sara?
- Bien... no te preocupes por mí ¿y tú?
- Pensando como salir de esta...
- ¿Tú crees que hay algo que hacer?
- Siempre hay que tener esperanza.
- Me gusta como eres, Marco.
- Gracias.
Se quedaron callados otra vez en la oscuridad. Los primeros rayos del día apenas se notaban por la pequeña ventana enrejada. Sólo se oía murmurar al anciano.
- Oye.... Sara...
- Dime
- Si salimos de esta... querrías quedar conmigo, no sé... para tomar algo, o dar una vuelta... no sé... o ir al campo...
- ¿Me estás proponiendo una cita?
- Puede ser...
- Me lo pensaré hasta mañana... pero no me parece mala idea.
Y de nuevo aquella sonrisa que tanto le cautivaba apareció en los labios de Sara, aunque él apenas podía verla.
Y minutos más tarde el sol ya había dado paso al nuevo día, y quedaba cada vez menos para la noche del cometa...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Venga ya, ktulu! El Marco ese no quiere ni campo, ni cita, ni leches!! Ese lo que quieres es un buen polvete con la Sara... dáselo YA!!!!

menos tensión zesuar y más mambo!!!